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La esperanza es lo último que se pierde

Diestros siniestros

Diestros siniestros

Poco respeto es lo que el siniestro José Tomás tuvo al elegir como escenario para su vuelta a los ruedos la plaza monumental de Barcelona, única ciudad declarada antitaurina de España. Las únicas luces que tienen los toreros suelen ser las del traje. Es que “d’on no n’hi ha, no raja”, está claro. Allá estaban, entre otros, Serrat y Sabina que luego ponen sensibilidad en sus canciones. Por mi parte les pueden dar por el culo desde hoy, a ellos y a sus canciones. Los argumentos de los que les gusta ver sufrir a un animal llaman a eso arte, fiesta y tradición y sigo pensando qué goce tiene ver chorrear sangre a un noble animal mientras es banderilleado, picado, asaeteado, atravesado con una espada y finalmente rematado con un estoque. 

¿Arte del toreo?

Si el arte es torear que no haya sangre, que lo toreen y lo dejen vivir después. ¿Qué sentido hacerlo sufrir y finalmente matarlo?

¿Respeto por el toreo?

A saber dónde queda el respeto por el animal.

¿Fusión de hombre y animal?

Si asesinar a un animal es una fusión queda claro que hay mucho psicópata suelto.

¿Fiesta nacional?

Yo me apeo del concepto de fiesta si disfrutar de la muerte lenta de un animal entre aplausos lo es. Y sobre lo de nacional, desde luego, no en mi nación, la catalana.

¿Tradición?

También era tradición quemar brujas y echar gatos negros vivos a sus hogueras, desmembrar herejes, trepanar cocos, curar con sanguijuelas, irse a matar moros, tirar cabras desde un campanario y apalizar mujeres. Bueno, la última aún se mantiene en vigor.

¿Jugarse la vida?

Estadísticas en mano, el que seguro que se la juega siempre es el toro. Y si alguna vez gana, siguiendo la tradición debiera salir llevado a hombros con las dos orejas y el rabo del torero ¿no?

¿El hombre dominando al animal?

Lo único que veo es siempre lo mismo, un duelo entre una bestia y un animal. Y otras bestias disfrutando con ello. Hombres no veo ninguno. Seres humanos aún menos.

Dicen que no se ha de prohibir la fiesta. Y yo soy poco amigo de prohibir. Debiera llegar un punto de concienciación social en que nadie fuera a las plazas. Pero en este país se grita mucho, se dialoga poco, se piensa menos, y eso hace que aún se vote al PP y sigan vigentes las corridas, dos salvajadas entre otras muchas cosas que hacen que ésto siga siendo “different”. En tiempos de frasco decían que el fútbol y los toros embrutecían. Este lunes, 30 years later, los temas eran José Tomás y la liga del real madrid. Así que visto que no se evoluciona habría que prohibirlas, de una vez. Como están prohibidos los malos tratos, decir la verdad sobre Campechano I de Bourbon y pensar libremente, por ejemplo.

Siempre recuerdo la frase de Gandhi. El nivel de avance de una sociedad se muestra claramente en su respeto a los animales. Vamos apañaos.

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