¿Para cuando la despegada de carteles?
El político plantea siempre la consecución de unas metas que raramente espera cumplir. Si hay algo bueno es mérito suyo, si malo pues culpa de los demás. En día de elecciones todos ganan y nadie acepta que ha perdido.
Hay noche de pegada de carteles, pero no noche de despegada. Los carteles, una semana después de las elecciones, siguen atentando a la estética con fotos de tipos feos que no saben sonreir ubicadas sobre textos prometiendo el oro y el moro. El político echa la culpa de la abstención a los votantes, al pueblo, al bienestar que produce despreocupación pero... tal vez sea que un tipo que miente, engaña y promete la luna, que suelta el ‘si no votas no te quejes' y encima es incapaz de reconocer que la culpa es suya, no merece que nadie mueva el culo para darle un voto, que en el fondo es un acto de confianza. Los problemas en que se enzarzan la mierda de políticos que tenemos son el castillo de Montjuïch, el estatut de pà sucat amb oli, el idioma y si la túnica de cristo tenía botones mientras que el paro, la corrupción, la vivienda y la inflación parece que no existan. La diferencia entre lo que importa de verdad al ciudadano de pie y de lo que se preocupan los políticos es cada día más abismal.
El acuerdo con la oposición para hacer algo positivo juntos es como la cuadratura del círculo. La oposición está para dar porculo, fastidiar, poner palos en las ruedas a cualquier proyecto en vez de mejorarlo y, sobretodo, para crispar al personal.
¿Y ha votado el 50% del censo?
A este país le falta un tornillo. Tendría que quedarse todo el mundo en casa o irse a la playa. Sería la única forma de hacer algo positivo en día de elecciones.
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