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La esperanza es lo último que se pierde

Por los velos

Por los velos

Se ha abierto, o reabierto, en Europa el debate sobre el tema del velo y el burka. Desde luego, una mujer con velo lleva un signo de identidad, que no está mal tampoco, pero una mujer con un burka ya no es un problema de identidad ni mucho menos de tipo religioso, es un problema de sentido común, sobretodo si hace calor. Veo en Segur más de una mujer tapada de pies a cabeza en pleno agosto, cosa que me produce risa y pena, no sé exactamente en qué proporción cada una. Uno puede tener su fe, pero llegar a un país donde se ha peleado por una larga lista derechos significa adaptarse a ellos y ejercerlos (además de las correspondientes obligaciones, claro) y no creer que el llevar burka es uno más de esos derechos, principalmente porque representa precisamente lo contrario. Una profesora inglesa ha sido sancionada e insiste en llevarlo. Bien, pues que lo lleve, pero si no le dejan dar clase con el burka puesto tendrá que buscarse otro trabajo, o dar clases de inglés en su país, donde no dejan darlas a europeas vestidas con vaqueros, no sea que se exciten los moritos de turno con sus imanes a la cabeza. El burka que se quede allí de donde vino. En el trabajo ya casi nadie cuestiona el uso de uniforme, como nadie cuestiona que en un trabajo determinado no pueda ir uno vestido con tejanos rotos, camiseta sin mangas y chancletas de playa.

El velo es otro tema. Desde luego si se le ocurre a alguien prohibir el velo, habrá que empezar por hacer que las monjas dejen de ir disfrazadas de batman.

La libertad de velo está reconocida, pero llevar un burka, en occidente, es como poco un insulto a todas las mujeres que pelearon por el derecho a la igualdad. La suerte es que parece que las hijas de las ‘enburkadas’ de occidente ya no visten de la misma forma que sus madres, porque se adaptan, mejor o peor, a la realidad del lugar donde, al fin y al cabo, han venido a ganarse la vida.

Lo del velo y burka me recuerda otras barbaridades retrógradas de morilandia que he leído hace poco, como que hay varios casos de médicos –ginecólogos- agredidos por energúmenos islámicos que no podían consentir que otro hombre mirara el potorro de su parienta. El más energúmeno de todos fue uno que en un hospital de las afueras de París, le gritó al doctor que estaban en tierra del islam y la mujer no decía ni pío porque ‘él hablaba por los dos’ y luego le sacudió al pobre doctor. A estos tipos hay que meterlos de nuevo en una patera y que se vayan a donde vinieron. Nadie les tocará el chichi a la mujer, pero igual se les muere de una infección de putamadre porque no hay médico o porque no pueden pagarlo porque no tienen un currito que les de pasta.

Tanta religión lo está pudriendo todo. Aparte que las religiones son algo que me asquea, porque son una forma de institucionalizar la fe de cada uno en beneficio de unos pocos, cada vez más se demuestra que son más un método de enfrentamiento que no un nexo de unión. A medida que una sociedad avanza se va olvidando de mitos y cavernas. Los chamanes de tiempos de las cuevas de Altamira, los sumos sacerdotes, los brujos, los curas… son lo mismo, una forma de tratar de explicar lo inexplicable.

Lo inexplicable de verdad es que quede gente que crea que un burka debe llevarse.

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