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La esperanza es lo último que se pierde

Programas del corasong

Programas del corasong

TELELE-BASURA

He visto una parte de un programa del corazón. Como oí decir a Jesús Quintero, no sé porqué los llaman "del corazón" si son los que menos corazón tienen. Sólo he querido ver una parte porque aguantarlo entero creo que debe producir efectos secundarios. Seguro.

  • Primero sale una lerda que va de famosilla, explicando las miserias de alguien que ni siquiera está allí para defenderse. Es famosilla porque le abrió sus piernas permitiendo examinar ampliamente el contenido central al mismo que ahora insulta sin tapujos. Aplausos. Guau.
  • Después aparecen, para satisfacción general, dos incultas ordinarias que se llaman de todo menos bonita, con menciones a familiares cercanos incluidas, aunque no me queda muy claro a qué conduce todo, porque desde el principio empiezan a ponerse a caer de un burro y no se sabe muy bien de donde viene su mutuo amor y respeto. Cosas de cuernos, se intuye. Lo más increible es que los televidentes van enviando sms con su 'docta' opinión sobre quien está ganando el concurso de insultos, aunque el presentador se empeñe en llamarlo debate. Más aplausos. Redoblados cuando la denigración al contrario sobrepasa cualquier límite de la decencia.
  • Finalmente sale una mujer, con aspecto de haberse vestido y maquillado en un club de alterne (puticlub) de carretera secundaria, explicando cómo eran sus relaciones sexuales con un fulano y lo mal que lo pasó antes, durante y después de ser repetidamente cepillada. La foto del fulano aparece detrás, en primer plano, como si estuviera allí. Y, evidentemente, el 'respetable' público teleadicto va enviando más sms a 1 euro, con más opiniones variopintas sobre la vida y milagros de la que anda mal follada, incluyendo sms con algunas propuestas sexuales (supongo que será por la pinta de furcia que gasta la buena señora). Finalmente echa cuatro lágrimas de cucudrulu y más aplausos. El presentador está en éxtasis. O se ha tomado uno, qué se yo.
  • Apago la tele. Enciendo mi blog.

Comentario general de todos los especímenes que han salido diciendo barbaridades es que 'ellos tienen mucha clase como para aguantar algunas cosas y están de vuelta de otras'. Vaya. Dime de qué presumes...

Pero en todo este lío de quién se la chupa a quién, quién no lo hace y a quién le gustaría hacerlo, lo que más me llama la atención es que por el volumen de sms que se van recibiendo, la audiencia ha de ser alta porque hay muchísima participación. Y las opiniones de los que se dejan un euro por menos de 10 segundos en pantalla, van en línea con lo que se está viendo en el programa., del tipo "Vente pa' Matalascabrillas y te quito las penas. Jenny tqm" (pobre Jenny, y no sólo por el nombre). De pena, vamos.

Antes, no hace tanto, había famosos por cantar, actuar, bailar o presentar bien, o medio bien, pero por méritos propios. Hoy "famoso" es el que se ha metido en la cama con uno que sí que lo es de verdad y luego describe con pelos y señales detalles del miembro viril del famoso, que pudo observar, según parece, en los ratos en que lo tenía fuera de la boca. Famoso es quien ha salido haciendo el cenutrio en una casa prefabricada encerrado durante un par de meses con 11 cenutrios más diciendo y haciendo burradas y luego, para más inri, resulta que ya es periodista (antes había que hacer una carrera para ello), contertulio de opinión contrastada con otros de su pelaje y además a todo eso se le llama triunfar. Famosillos de medio pelo, forrados y envidiados por gente como ellos.
 

Voy a una peluquería donde el pelo que me queda me lo toman rápidamente, bien y en silencio, que es lo mínimo que puedes pedir por 9 euros. Oigo las conversaciones de señoras aburridas y me parece que esos programas son como una gran peluquería donde además aparece in situ algún personaje motivo de comentario. Pero en los programas, a los que se les toma el pelo es a los televidentes, porque los que van a vender sus miserias hacen eso, venderlas, y cobran una pasta gansa por ello. Si la cobran es porque hay quien esta dispuesto a pagar por oirlas, aunque sean mentiras producto de un montaje. Se vende la dignidad (si es que queda) y el personal se vuelve loco con estos programas sin pensar que una parte del éxito de tanto programa y prensa rosa es que se viven los supuestos problemas de famosillos, se opina sobre ellos, y así se libra la mayoría de telepacientes de pensar en sus propios problemas y además, por un momento, creen formar parte de un mundo que les está vedado: la fama, salir en tv, y demás basura que hoy vende, y de qué manera. Mejor mirar las miserias ajenas que pararse a pensar en las propias.

Son un reflejo de una sociedad que está enferma.

Las cadenas de tv recaudaron 24.4 millones de euros con el envío de sms el año pasado.

Muy enferma.

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