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La esperanza es lo último que se pierde

Papá, no vengas en tren

Papá, no vengas en tren

Durante 3 años cogí casi a diario el tren que va desde Segur de Calafell a Barna-Sants. La línea de la costa tiene su encanto porque hasta llegar a Castelldefels (Castefa, nengs) el paisaje es bastante bonito. Y ahí acaba todo.

Recuerdo los trenes de TenFe de los '70, gris-verdosos, sucios, con ventanas que se bajaban solas o no se podían subir, donde todo el mundo fumaba y luego se llevaba a casa los ceniceros de hierro. Vagones con asientos de skay que eran cómodos aunque botabas un poco. En aquellos tiempos la puntualidad era desastrosa y en verano te morías de calor o de olor, porque por el tufo aquello parecía más un vagón borreguero que un vagón de pasajeros. En el báter había más subproductos humanos que en una cuba de restos de un quirófano. Había un cartel especialmente indicativo de lo que te podías encontrar: "prohibido escupir". Tela. Eran los trenes propios de un país en vías de desarrollo, desde luego. Sabina acabó cantando aquello de "cuando era más joven, viajé en sucios trenes que iban hacia el norte...". En los carteles de carreteras y ciudades había un anuncio, con el antiguo logotipo de TenFe que rezaba "Papá, ven en tren".

Hoy ves otros anuncios, donde te venden un transporte público ferroviario moderno, europeo, limpio, rápido y puntual. Y no se les cae la cara de vergüenza. Viajar en la linea de la costa dorada es, como poco, similar a aquellos viajes en los trenes de los 70. Retrasos, mal olor, asientos duros, incómodos, diseñados para enanos, cortos de banqueta y sin reposacabezas en los vagones de dos pisos, con desplazamientos amenizados por músicos de variado pelaje a la mayoría de los cuales les darías pasta pero para que se fueran con la música a otra parte, altavoces con música clásica a todo meter y por narices, aire acondicionado a tope en verano y calor atroz en invierno, falta de asientos y de trenes en horas punta, refugiados de la guerra de Rumanía (¿qué guerra, oiga?) vociferando sus miserias y repartiendo beneficios en la estación central, báters sucios, retrasos sin explicaciones de ningún tipo y tarifas caras. Y sobre el AVE, mejor no hablar. Ya lo hacen bastante los medios informativos.

Hemos cambiado, desde luego. Hemos pasado de trenes propios de país en vías de desarrollo a trenes de república bananera. Genial.

Los politicastros se llenan la boca con las maravillas y bondades del transporte colectivo.

La verdad, si quieren que yo viaje en transporte público, creo que tendré que comprarme un autobús.

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