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La esperanza es lo último que se pierde

Tócame el bongo otra vez, Sam.

Tócame el bongo otra vez, Sam.

La otra noche bajé al paseo de Segur a tomar un café. Mola. Eso sí es un experimento sociológico y no la desgracia de gran hermono.

De un año a otro el turismo se va degradando. El que viene ahora, salvo honrosas y despistadas excepciones y los clásicos de toda la vida, ya es la purria más apestosa que uno se pueda imaginar.

El no va más: "The bongo's players"... Los tocadores de bongos. Esta peña va de moderna, de ways, de chachipilonguis y de tiraos antisistema. Y yo me cago en suputamadre cada vez que los oigo. Me pregunto si, por ejemplo, me acercase a alguno de estos piojosos y les pegara un ejemplar del periódico en las narices y les dijera "léelo entero, cabrón", si eso les molaría. Seguramente no. Así que me pregunto porqué tengo que tragarme yo por pelotas su "música" (a cualquier cosa llaman música) y su afán por llamar la atención porque cuando uno es pobre de espíritu y corto de mollera, le mola llamar la atención.

Es triste. Pero no se vayan todavía. Aún hay más.

A estos anormales hay que sumar el típico que la tiene corta así que se compra un pepino con ruedas y altavoces y prolonga el misnúsculo tamaño de su falo-falito-falete en el asfalto subiendo el volumen y pisando el gas innecesariamente para mostrar al respetable lo enorme de su hombría; y el típico chulopiscinas (nunca desapareció esta figura, sólo que se ha reciclado de chulopiscinas a macarra de costa) y los que no saben pasear en un paseo atestado. Estos son los mejores. Llevan un perro cagón -el pobre animal tiene la misma educación que su dueño, ninguna-, niños gritones que andan a su aire y has de mirar de no matarlos, aunque quisieras hacerlo, y cuyos papis caminan como si estuvieran solos. Les debió influir tanto la lectura del "mecanoscrit" que van de Pedrolos por la vida. Hmmm, no, debieron ver la película porque esta gentuza no lee.

Yo sigo pensando que vamos hacia atrás. Los africanos se meten en pateras porque quieren vivir como nosotros. Vestir como nosotros. Comer como nosotros, como los "uropeos" de nuevo cuño. Y resulta que aquí se empieza a tocar los bongos, hacernos piercings, tatus y otros pintarrajos, vestir como salvajes y comportarse como tal. Algo no anda bien, desde luego.

Esto es lo que tiene Segur (y la mayoría de la costa). A ver, si el puto ayuntamiento se dedica a permitir que desaparezcan las casitas que daban un cierto aire a ésto, se hagan pisos cutres, pequeños y caros, cuyas hipotecas pagan entre 7, que son los 7x2 ó 7x3 que se meten dentro como sea en pleno agosto, y dicen que ésto es turismo de calidad, pues tampoco hay mucho más que esperar.

Bueno, puestos a esperar, pues lo de siempre, esperar que llegue el 11 de setembre y se vayan todos a tomar por el culo, con sus bongos, sus bugas y la madre que los parió, que seguro que bien descansada se quedó.

Y así hasta el año que viene...

Tócamela otra vez, Sam

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