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La esperanza es lo último que se pierde

Mortadelo, ese peacho de fistro de hereje

Mortadelo, ese peacho de fistro de hereje

Dicen que la realidad supera a la ficción.

Dicen que la realidad puede presentar situaciones más cómicas, tristes, increibles que cualquier situación imaginable.

Esta vez el esperpento no es producto de una mente valleinclanesca, ni de una peli de los Monty Python. El esperpento lo han protagonizado los frikis flipaos de la religión. Los mismos de casi siempre, vamos.

Pequeño escándalo porque en un tebeo de Mortadelo y Filemón se ridiculiza a algún cura. En algunos blogs, en algunas webs, se critica el tema y casi se llama a la guerra santa. (Paso de poner qué webs son porque a los fanáticos y anormales que los linke su tía. Para eso está Google, gurú de nuestros días)

Vamos a ver, no entiendo nada. Los moros se cagan en tó porque unos daneses dibujan caricaturas de Mahoma. Desde Occidente se reclama el derecho a la libertad de expresión. Los moros responden publicando caricaturas que ridiculizan a los judíos y a los católicos. Y venga, tomadaka.

Y los mismos que reclamaban la libertad de expresión (o sea, los megademocráticos occidentales) ahora critican la viñeta que abre el artículo (y alguna más) mientras que los intolerantes moros ahora se parten la polla de risa. El mundo al revés. Y el problema de fondo... la intolerancia, digo, la religión que a todos desune... o une a unos contra otros.

Y Mortadelo tan pancho.

Mortadelo siempre se ha reido de todo y así debe seguir siendo.

Vendrán otros 11-S y 11-M mientras queden quienes defiendan que dios está de su lado y crean tener razones para andar matando a otros. Ante el 11-M, en que cuatro flipaos con cúters liaron la que liaron, ha quedado demostrado que si en vez de CIA hubiésemos tenido a la TIA, al menos Mortadelo y Filemón son igual de desastres que los megaagentes americanos pero por lo menos nos hacen reir mientras que los otros ya no dan ni risa.

Mortadelo es buen humor, buen rollo, sátira sana.  Y algo con lo que hemos crecido un par de generaciones mientras el mundo a nuestro alrededor seguía dándose de ostias en el nombre de su dios.

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